Conclusiones del portafolio de evidencias
Este apartado reúne nuestras conclusiones generales y los aprendizajes que obtuvimos al aplicar e interpretar las pruebas de evaluación del desarrollo infantil: Bender, Pierre Vayer, TEPSI, Frostig y el protocolo para TDAH.
Conclusión general
La aplicación de pruebas psicométricas y psicomotoras en el ámbito infantil, como la prueba Bender, Pierre Vayer, TEPSI, Frostig y los instrumentos destinados a evaluar TDAH, no solo proporciona información técnica sobre el desarrollo del niño, sino que constituye un proceso formativo profundo para el psicólogo.
El aplicar y calificar todas estas pruebas nos dejó valiosos aprendizajes; el más importante fue comprender mejor a la persona. Estas pruebas nos ayudaron a fortalecer nuestra sensibilidad humana y nuestro juicio clínico, e hicieron que algunos de nuestros estigmas y prejuicios cayeran. A través de estas herramientas, el profesional aprende a mirar más allá de la conducta observable y se adentra en la compleja interacción entre lo motor, lo perceptual, lo cognitivo, lo emocional y lo contextual.
Como cada elemento se complementa y nos muestra algo más complejo, este proceso nos ayudó en nuestra formación, en las habilidades de observación y en el criterio clínico. No basta con calificar respuestas o señalar errores; es necesario interpretar cómo el niño aborda las tareas, qué emociones emergen, qué estrategias utiliza y qué dificultades se repiten. Esto fortalece la habilidad de distinguir entre variaciones normales del desarrollo y señales de riesgo reales, así como de diferenciar problemas motores de dificultades perceptuales, o síntomas de inatención de respuestas ansiosas o emocionales.
El diagnóstico diferencial se convierte, de este modo, en una competencia que requiere sensibilidad, prudencia y conocimiento. La percepción visual evaluada por Frostig, la integración visomotora del Bender, la organización corporal presente en Pierre Vayer, el desarrollo temprano revelado por la TEPSI y las funciones atencionales examinadas en pruebas de TDAH permiten observar cómo cada dimensión influye en el aprendizaje, la conducta y la adaptación del niño.
Estas pruebas implican también desarrollar habilidades interpersonales y éticas fundamentales. El psicólogo aprende a generar un clima de confianza, a comunicar resultados con sensibilidad y claridad, a orientar a familias y docentes desde el respeto y la evidencia, y sobre todo a saber que esto no etiqueta a un niño, sino que nos ayuda a entenderlo mejor.
El psicólogo no solo evalúa: interpreta, comprende y acompaña. Gracias a estas herramientas, desarrolla la capacidad de ver al niño como un ser complejo, en desarrollo constante, y de intervenir de manera ética, integral y significativa.
Aprendizajes para nuestra formación como psicólogos
Desarrollo de sensibilidad clínica
Aprendimos a observar no solo el resultado, sino el proceso: la actitud del niño, su esfuerzo, sus emociones y la forma en que se relaciona con las tareas. Esto fortalece nuestra empatía y nuestra capacidad de escucha clínica.
Juicio e interpretación
Las pruebas nos exigieron integrar múltiples indicadores para diferenciar entre variaciones normales del desarrollo y señales de riesgo, evitando etiquetar y buscando comprender el contexto de cada niño.
Ética y comunicación
Desarrollamos habilidades para comunicar resultados a padres y docentes con lenguaje claro, respetuoso y basado en la evidencia, orientando sin culpabilizar y proponiendo apoyos realistas.
Aprendizajes específicos por prueba
Esta prueba nos otorgó varios beneficios, como la identificación de señales de inmadurez del desarrollo, por ejemplo, dificultades en copiar, desorganización espacial o problemas de planificación motriz.
Nos permitió obtener nueva información, como apreciar si el niño se desespera o se distrae fácilmente. También nos ayudó a desarrollar una sensibilidad especial para trabajar con niños, a dar instrucciones claras sin influir en los resultados y a aplicar un rapport rápido y respetuoso.
Nos ayuda a comprender el desarrollo psicomotor y la relación del niño con su cuerpo, a identificar dificultades de equilibrio, coordinación, postura y ritmo. Nos permite observar cómo los sentimientos se relacionan con la emoción: si existe un temor a equivocarse, el niño puede cohibirse; también podemos valorar el autocontrol y la resistencia a la frustración.
Esta prueba nos impulsa a desarrollar criterio profesional: no intervenir en los resultados, ser observadores y estar atentos para identificar dificultades emocionales o alteraciones perceptivas.
La TEPSI nos ayuda a evaluar y comprender el desarrollo psicomotor temprano. Nos enseña a observar si el niño está dentro de lo esperado o si muestra rezagos, variaciones o señales de alerta.
Nos permitió identificar cómo el niño enfrenta tareas nuevas, cuánta tolerancia a la frustración tiene, cómo es su coordinación y, al mismo tiempo, nos dio experiencias para manejar tiempos, crear un ambiente seguro y motivar sin influir en los resultados. Todo esto fortalece nuestra sensibilidad y manejo clínico.
Esta prueba nos ayudó a afinar nuestras habilidades para detectar dificultades perceptuales y evidenciar cómo la percepción visual influye en el desempeño: un niño puede parecer distraído cuando, en realidad, tiene dificultades en la percepción visual.
Nos dejó habilidades de observación para identificar si un niño usa estrategias para resolver tareas, si se toma el tiempo de observar, si comprende o solo imita, entre otros indicadores importantes.
Esta última prueba nos ayudó a identificar con mayor claridad qué conductas pertenecen a la inatención y cuáles a la hiperactividad.
Puede ser de gran utilidad para que padres y profesores comprendan ciertos comportamientos de los niños, disminuyendo la idea de que son “malcriados” o “groseros” y entendiendo que se trata de algo diferente. Nos enseña a no culpar a los niños ni a las familias, y a reconocer también las fortalezas presentes en su conducta.
Cierre reflexivo
A lo largo de este portafolio, cada prueba, cada protocolo y cada evidencia se convirtió en una oportunidad para aprender a mirar con mayor profundidad el desarrollo infantil. Más allá de las puntuaciones, aprendimos a leer gestos, actitudes, silencios, esfuerzos y maneras muy personales de enfrentar los retos.
Este recorrido nos confirma que la evaluación del desarrollo no se reduce a aplicar instrumentos, sino a comprender historias y contextos. El reto, como futuros psicólogos, es mantener siempre una mirada ética, crítica y humana, que ponga en el centro el bienestar del niño y su potencial de desarrollo.